jueves, 17 de diciembre de 2015

Defiéndete del exceso de información

Y de la información indiscriminada





Una de las razones por las que soy feliz es que regulo la cantidad y el tipo de información que me llega. 

Estamos en una sociedad en la que la información nos aborda constantemente. Es muy difícil no enterarse de las grandes noticias. Están en la televisión, la prensa escrita,  Internet, redes sociales, charlas de oficina, etc.…

Y como todo en exceso, la información también puede dañarnos.

Me gusta estar informado. Por lo que hasta hace unos años veía telediarios, prensa y demás. La actualidad, en muchas ocasiones es tan desagradable que acababa afectando mi estado de ánimo y por ende mi carácter. 

Así que decidí actuar. 

Básicamente hay dos tipos de información:
La secuencial y la puntual. 

La secuencial son la radio y la televisión. En estos para conocer la siguiente noticia tienes que acabar de ver/escuchar la que están dando. No puedes elegir la información.

La puntual son los periódicos, Internet y las redes sociales. En estos medios, tú eliges que temas quieres leer y cuáles no. A cuáles quieres dedicar sólo un vistazo y en cuáles quieres profundizar. Esto te permite hacer una selección de la cantidad y tipo de información. 

Los primeros, los secuenciales, al no permitirte seleccionar la información, te exponen a ella de forma indiscriminada. A mi personalmente acababan poniéndome, muchas veces, de muy mal humor. Así que he decidido prescindir de ellos. 

Me he quedado con los puntuales. Al permitirme seleccionar la información, puedo regularla según me interesa en cada momento. Esto no quiere decir que sólo lea un determinado tipo de noticias. Simplemente, no les dedicó tanta atención a las que no me interesan. 

He conseguido estar muy bien informado y seguir siendo feliz. 

Saludos.





PD: Dado que se acercan estas "entrañables" fechas os informo que volveré con el blog a partir del 11/01/2016




FELICES FIESTAS A TODOS

lunes, 14 de diciembre de 2015

No estoy en tu cabeza

Ni tú estás en la mía





Tengo un amigo al que maltrata su mujer.

Pongamos que quedan en no hacerse un regalo por la celebración de un evento. 
Cuando llega el evento:

- si mi amigo ha comprado un regalo, su mujer lo recrimina por que habían quedado en no hacerlo.
- si no lo compra le recrimina por no haberlo hecho. Le sale con que él tenía que saber que en realidad ella si que quería el regalo.

Pero no le pasa sólo a mi amigo. ¿Cuántas veces has oído eso de....Pero tú tenías que haberlo sabido?.

Me parece realmente repugnante esta actitud. Tratan de mantenerte en una constante tensión para hacer contigo lo que les da la gana. En realidad nunca tendrás la opción de hacer algo correcto, ya que esa persona decidirá en cada ocasión lo que vale y lo que no. 

Yo he cortado esta posibilidad de raíz. 

He acordado con mi pareja algo realmente obvio. Yo estoy en mi cabeza y no tengo poderes telepáticos para saber lo que pasa por la suya. Él está en la misma situación. Sólo sabe de mí lo que yo le digo. No tiene otra forma de saberlo. 

Por tanto, si quiero algo, lo pido. Él ya verá si lo puede o quiere dar. Y viceversa. En ningún caso se tolera la posibilidad de decir una cosa y dar por supuesto que el otro tenga que saber que lo que se desea es lo contrario. 

Si espero algo y no lo he dicho, soy yo el que tiene un problema. 

Algunos dirán que si él/la otr@ te quiere, tiene que saber que es lo que deseas sin pedirlo. Siento deciros que las películas, los cuentos y los libros os han alterado la realidad. No existe la telepatía. Ni él/la otr@ tiene que estar a vuestros caprichos.

A nosotros nos ha quitado muchas peleas estériles y ha hecho que nuestra relación sea realmente franca.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Todo es fácil cuando te quieren

El amor facil




Desde pequeños nos educan para luchar.

Tienes que esforzarse para aprobar el examen, para terminar tus deberes, para conseguir que te compren la Play, .....

Nos educan en que todo lo que vale la pena cuesta. Y tan interiorizado lo tenemos que también lo aplicamos al amor. 

Parece que sólo vale el amor que te cuenta conseguir. El que te ha llevado un gran esfuerzo. 

Y es justo en este tema, donde esta idea se rompe. 

El mejor amor es el que no supone esfuerzo.
 
Cuando encuentras a la persona que te gusta y a esa persona le gustas tú, todo es increíblemente fácil.
No tienes que andar detrás de él/ella para que te haga caso. Ni pidiéndole que busque tiempo para estar contigo. 

Es todo tan fácil que desconcierta. Tanto, que algunas personas acaban por no apreciarlo. Ya se sabe, lo que no supone esfuerzo no vale la pena. 

Por desgracia, esa idea tan extendida hace que muchos terminen en relaciones tóxicas. Con gritos, muchos te dejo, me dejas y demás. Ese continuo pelear les hace sentir que su relación es especial. A sus ojos, tanto esfuerzo hace que su relación valga más la pena. 

Yo descubrí hace tiempo el amor fácil. 

Cuando das con esa persona que desea tanto estar contigo como tú con ella. Esa que no tienes que pedirle que te haga caso por que está deseando hacértelo.

Es lo mejor que me ha pasado en la vida. 

Una vez que lo tienes, es cuando te das cuenta del gran engaño del amor esforzado.

En este tema, lo fácil es lo mejor.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Esa persona no es la que tú crees

Tú no eres una imagen mental





Cuando conocemos a una persona nos hacemos una idea de cómo es. Sus movimientos, su forma de expresarse, lo que dice. Todo eso hace que nos creemos una imagen mental sobre él/ella.

Y eso es algo que tenemos que tener claro. Es una imagen de ella. No es ella.

No hay que confundir nuestra imagen de alguien, con quien realmente es.

Nuestra imagen tendrá que irse adaptando a las nuevas informaciones. En definitiva, a la realidad.
Muchas veces, alguien que nos parecía encantador/a acaba resultando ser un/a imbécil y viceversa.
El problema es cuando nos negamos a aceptar que la imagen que tenemos no se corresponde con la realidad.

Esas veces, en las que nuestros amigos nos dicen que es un/a imbécil y nosotros nos empeñamos en que no. Que en realidad es encantador/a. Que ellos no lo/la conocen. Cuando preferimos creer en nuestra imagen mental y negamos la realidad. 

Otra situación es cuando haces algo que los demás no esperan. Y alguien tiene la desfachatez de decirte que tú no eres así. Como si la idea que esa persona tuviese sobre ti fuese más real que tú.

Muchas veces esa opinión de los demás nos influye. A veces les creemos más a ellos que a nosotros mismos. Y llegamos a aceptar que nosotros realmente somos como ellos dicen.

Esa gente a la que de tanto decirles que son malos, acaban aceptando que lo son.
A los que les repiten constantemente que son tontos y terminan creyéndoselo.
Y muchas otras situaciones.

Así que trata de conocerte. Ten claro como eres. O al menos, cómo no eres.

En caso contrario, corres el peligro de que alguien lo decida por ti.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Que cada palo aguante su vela

Elige tus batallas




Algo fundamental para ser feliz es saber elegir tus batallas.

Estamos rodeados de problemas. Nuestros y de los demás. Y a veces, esos demás, son gente a la que quieres.

La tendencia natural es tratar de ayudar a ésas personas. Y aquí está el matiz. Ayudar, no sobrellevar sus problemas.

Yo puedo entristecerme ante el desamor de un/a amig@. Pero la pena es suya. No soy yo el que debe soportarla. Yo puedo apoyarlo. Ponerle mi hombro para que llore. Darle ánimos. Pero su pena es sólo suya. 

Mucho menos intervengo entre el/ella y su ex (por ejemplo). Ni para bien, ni para mal. Es su batalla.

Y así con todos los problemas ajenos a mí.

Tengo amig@s que se meten hasta el fondo. Que te cuentan y sienten los problemas de los demás como propios. Sufriéndolos. 

Me parece una actitud muy malsana. No es su problema. No pueden hacer nada para resolverlo. Es sufrir por sufrir.

Dicen que ellos son así. Y por supuesto, eso quiere decir que son superiores a ti, que no estás sufriendo como ellos lo hacen.

Yo defiendo que tu debes de ser tu mejor amigo. Eso significa pelear por tu felicidad. Y por tanto, saber elegir tus batallas. No te preocupes, a poco normal que seas no te faltarán.

Elegir pelear o sufrir las batallas de otros es derrochar sufrimiento. El otro seguirá teniendo que sufrir lo que le toque.